martes, 31 de agosto de 2010

Las esbrinadoras
Las esbrinadoras procedían de pueblos cercanos a núcleos de producción azafranera, donde no se sembraba azafrán. Su edad estaba comprendida entre los 13 y los 20 años. Debido a su juventud, en ocasiones, se encargaban de cuidar a los niños de la casa y las tareas domésticas mientras las dueñas realizaban las labores del azafrán.
A las esbrinadoras las contrataban durante los 15 días que duraba la recogida del azafrán mediante un contrato verbal que se realizaba entre el padre de la moza y el dueño de la casa. Vivían en la casa del contratante. Iban, generalmente, a casas de familiares, conocidos o en casas que ya había estado alguna otra chica del pueblo.
En el domicilio de un productor solía haber 4 ó 5 muchachas y en algunas casas con mayor producción podía haber hasta 9 o 10. Las “esbrinadoras” solían dormir en una misma habitación y varias en una misma cama.
El trato recibido por las esbrinadoras era muy importante. Eso significaba que volvieran o no al año siguiente. Debía ser un trato con respeto y sin ser explotadas. Un aspecto fundamental para ellas era comer con los miembros de la familia porque eso les hacía sentirse respetadas. Aparte del duro trabajo que conlleva la etapa del azafrán, era una época alegre, de charlas, canciones bromas y bailes. Los jóvenes iban a rondarlas a las casas. Así muchas muchachas, iban a trabajar como “esbrinadoras” no por necesidad económica sino para conocer otro pueblo y otras gentes. Con el tiempo las “esbrinadoras”, que solían ser las mismas año tras año, se convertían de algún modo en una más de la familia, se establecían relaciones de amistad con ella y con su familia; todavía hoy se recuerda con cariño los nombres de las “esbrinadoras” que pasaron por una casa.

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